sábado, 25 de julio de 2009

What's eating Gilbert Grape?

Gilbert Grape es un muchacho que reside en una pequeña e ignota población estadounidense llamada Endora. El joven convive con: sus dos hermanas, la mayor de todos y la menor, que se avergüenza contínuamente de la familia que tiene; su hermano menor Arnie —quien padece un severo retraso mental— y su obesa madre, la cual lleva siete años postrada en un sofá y sin salir de la casa de madera que construyera su difunto esposo. La vida de Gilbert discurre, monótona, entre su trabajo en una modesta tienda de comestibles que parece abocada al cierre y sus constantes atenciones hacia su familia, especialmente a Arnie. Apenas si le queda tiempo para mantener una aventura amorosa con una mujer casada y madre de dos hijos y para poder charlar con dos conocidos entre las mesas de una cafetería.

Arnie es una fuente de alegrías para él, así como de disgustos porque constantemente entra en problemas; hasta que en buen día Arnie es detenido por la policía, los dos hermanos se pelean, Arnie escapa de casa y es recogido por Beckie (Juliette Lewis). La llegada de Becky, una muchacha hermosa e inteligente que viaja con su abuela en una caravana, trastocará por completo el orden emocional de Gilbert. Él comienza a preocuparse más por sí mismo, comienza a conocerse, a descubrirse.
Llega el cumpleaños número dieciocho de Arnie, y le preparan una gran fiesta, con una gran torta y una seguidilla de incidentes qe se vuelven naturales a lo largo de la película. En ese momento Gilbert le presenta por primera vez en su vida, alguien a su madre. Le presenta a Becky.
Sentimental y notable película, con un buen reparto donde destaca un jovencísimo (y aún creíble) Leonardo di Caprio en uno de sus mejores papeles, estando nominado al oscar al actor de reparto por una interpretación de que llega a conmover, y un jóven Johnny Depp, que no deja de sorprendernos. Una película preciosa dónde la familia y su maduración como tal son eje central, desde el punto de vista de Gilbert.

Aunque no voy a detallarlo, simplemente les anticipo: el final de ésta película, vale la pena.
No podía dejar de subir ésta película, que está en mi ranking de las más vistas. Es una de las pocas películas de éste estilo, que me gusta tanto. Creo que es la humildad, y la sencillez del film lo que más rescato. Creo que a veces puedo llegar a sentirme un poco identificada con algunas cosas. No lo sé, solo sé que es una película muy buena, para llorar un rato, talvez.

viernes, 24 de julio de 2009

The Final Cut (La memoria de los Muertos)



El pasado es completamente distinto si se cuenta de una manera o de otra, incluso con piezas esencialmente verídicas. La memoria es la manera en la que una persona se cuenta el propio pasado a sí misma. Ninguna memoria, como muestra gráficamente la película, se ajusta a lo que realmente pasó. Por otro lado, en cierto modo, conservar la memoria de uno es como conservar la vida, pues somos esencialmente la memoria que de nosotros mismos tenemos (un tema que vimos muy bien resuelto en la excelente película que ya subí, "Memento") y la que otros tienen de nosotros.







Un Chip Zoë Chip es un implante que graba tu vida entera. Cuando falleces, el material que contiene toda tu vida es montado y editado en lo que se denomina una “Rememoria”, una película que se proyecta durante tu funeral. Un juguete para las clases más privilegiadas, los implantes Zoë están transformando las relaciones humanas, pero hay quienes están en contra de esta tecnología, y creen que los recuerdos existen para después desvanecerse gradualmente. Alan Hackman (Robin Williams) es el mejor “montador” de este negocio, su habilidad para garantizar la absolución de sus a menudo corruptos clientes le ha convertido en el más solicitado entre sus colegas. Sin embargo, su talento para ver la vi-a sin mediar emoción ha hecho de él un hombre distante, incapaz de ex-erimentar la propia vida en primera persona. Se considera a sí mismo como un “devorador de pecados” ya que su trabajo le brinda la posibilidad de perdonar los pecados de los muertos. Tiene la esperanza de que si puede exonerar a los demás, de algún modo será capaz de perdonarse a sí mismo del sentimiento de culpa insoportable de un propio pecado, cometido en la niñez. Un día, montando una “Rememoria” para un alto ejecutivo de la empresa Zoë Tech, Alan descubre una imagen de su propia infancia que ha estado a ormentándole durante toda su vida. Este hallazgo conduce a Alan a una intensa búsqueda en pos de la verdad y la redención.






Esta película tiene muchos momentos shockeantes de alguna manera, que llaman a nuestra reflexión. Uno de ellos es cuando Dalila (Mira Sorvino) le responde a Hackman ante la pregunta de si alguna vez ha visto una de esos memoriales: "Una vez, vi el de mi ex novio, pero no lo terminé. Simplemente no era él, no el hombre que yo había conocido. Tal vez los recuerdos salieran de su implante, pero los momentos que reflejaban no eran los que había vivido yo a su lado. Preferí seguir recordándolo a mi manera."







Y por supuesto, cabe preguntarse, llegado el caso, cómo podría afectar a la psicología humana el saberse grabado constantemente para una vida posterior, como una especie de inmortalidad sin nosotros. Algunas personas, argumenta bien la película, se sienten cohibidas y fingen vidas agradables contra su propia natura, hasta crearse una esquizofrenia y recurrir al suicidio. Quedan bien ante la historia, pero renuncian a la vida auténtica. Otras personas no lo aguantan más, y simplemente bloquean el dispositivo. Porque, y es otro tema importante: ¿dónde queda la intimidad cuando todo lo que haces es registrado y observado después por alguien, que juzga y monta sobre ello? ¿No es obsceno la exposición pública de lo que alguien ha visto mientras surge de la vagina de su madre parturienta, sus primeros pasos, su primer beso, su primer suspenso, su primer afeitado, etc? ¿No es acaso algo peor incluso que el criticado programa de TV "El Gran Hermano"? Porque luego está también el asunto del vouyerismo de los que miran, de los que consumen una vida ajena.







Por eso resulta oportuna la representación en la película de un muy plausible grupo de oposición, similar a los actuales ecologistas, partidarios del recuerdo subjetivo y de la vida en privacidad, del derecho al olvido y la oscuridad, y de abrir los ojos como a cada uno le dé la gana.


Increíble película. Con suspenso, con una forma diferente de ver la problemática viste en The Truman Show, y el tema de la memoria, visto en Memento y The Butterfly Effect (se nota que me gustan éste estilo de películas). Además, actuando Robin Williams, no se puede esperar menos.





miércoles, 22 de julio de 2009

The Virgin Suicides

La película se desarrolla a mediados de la década de los ochentas y muestra un pasaje en la vida de las hermanas Lisbon; se trata de cinco muchachas adolescentes, cuasi-ninfas, inexplicable producto de un matrimonio integrado por un sumiso profesor de matemáticas y una celosísima ama de casa. Las muchachas son sumamente atractivas, pero se mantienen al margen de las relaciones sosciales, por elección y orden de su estrícta madre.

La película nos ataca desde un principio con el intento de suicidio de la menor de las Lisbon, Cecilia (Hanna R. Hall), y aunque sobrevive, el evento se convierte en la comidilla del barrio y funciona adicionalmente para añadir intriga a la ya misteriosa vida de las retraídas muchachas.

Las hermanas, en vista de su reforzada notoriedad, comienzan a dar torpes pasos para integrarse social y románticamente a la comunidad estudiantil, pero su dominante madre trata de evitarlo a toda costa, coartando el normal desarrollo de las muchachas y condenándolas a tomar cuestionables decisiones sobre su vida. Es así como una de ellas, Lux (Kirsten Dunst) comienza una etapa de promiscuidad sexual, y rebeldía frente a las órdenes de sus padres.

Y así es toda la película; las acciones generales de las hermanas son comprensibles por su reprimida vida, pero sus reacciones específicas son un misterio, y cuando al final toman una drástica decisión resulta inesperada... inesperada no en el sentido de "revelación final sorprendente", sino en el sentido de "nada indicaba que esto pasaría".

Supongo que es probable que esta fuera la intención de la directora: al dejar en la ambigüedad las emociones y pensamientos de las muchachas la trama se vuelve más profunda, hasta cierto punto evocativa de un cuento de hadas moderno, emplazado en el ridículo mundo de los suburbios norteamericanos; pero por otro lado podría verse como una deficiencia narrativa que disminuye el impacto de los hechos al no lograr que el público se compenetre con las protagonistas.



Les dejo el trailer: http://www.youtube.com/watch?v=uZ6cvgIGfH4
Hay varias cosas que me encantan de ésta película. Lo primero, es el material audiovisual. Es interesante cómo todas las imágenes son cálidas y la estética es muy armónica, completamente en contra posición al mensaje de ésta película. Además, me fascina lo inesperado de las acciones de éstas 5 adolescentes. La película te ataca con escenas inesperadas durante todo su desarrollo, y eso es algo muy bueno en una película. También hay que destacar el gran papel de los actores, si hay una mujer en el cine a la cual admire, es Kirsten Dunst.
Bueno, eésta peli es MUY for those days, así que, espero que la vean.

lunes, 13 de julio de 2009

The Truman Show

¿Qué pasaría si a un individuo le producen un mundo aparte, ficticio, en el que todas las personas –excepto él, que no estaría al tanto– actúan sus respectivos papeles? La película de Peter Weir (Testigo en peligro, La sociedad de los poetas muertos) ensaya una de las respuestas posibles. La vertiente moral de la cinta también podría tomar forma de interrogación: ¿hasta dónde tiene derecho la industria del espectáculo a manipular la vida de una persona para convertirla en un show? Y eventualmente: ¿hasta dónde son cómplices los espectadores?

Jim Carrey encarna a Truman Burbank (el nombre de pila es parte de un juego de palabras en inglés: True Man="hombre verdadero"), involuntario animador de un programa de televisión que comenzó con su nacimiento y debería terminar el día de su muerte. El Truman Show es eso, la historia íntegra, en tiempo real, de su vida. También es la más faraónica producción jamás emprendida por un medio audiovisual: miles de cámaras, un gigantesco set de filmación –eso es Seahaven, la isla en la que vive Truman– con actores principales, secundarios e innumerables extras. La corporación que promueve el show (y a la que Truman pertenece en términos legales) es un monopolio incuestionado, omnipotente, al que preside un capo mediático llamado Christof. Parco, gélido, de mirada penetrante, mezcla de empresario con gurú, siempre vestido de negro, así es el personaje que compone Ed Harris...La posibilidad de que una persona sea jurídicamente poseída por una corporación implica que las clases dominantes lograron desarrollar al máximo sus ya abultados recursos para engatuzar a la ciudadanía. Esto no comulga con la enfática perfidia que Christof esgrime en cada una de sus apariciones públicas.

Los espectadores palpitan las vicisitudes de Truman como si fueran propias. Viven más en él que en sus propias vidas. Pero lo cierto es que en el Truman Show, lo único real es él mismo. Y lo real, en Truman, es que vive inmerso desde hace 30 años en la más grande construcción argumental. Sus circunstancias reproducen cualquier cosa menos la experiencia cotidiana de la "gente común", esto es, del público. Lo cual se encuentra en contraposición de lo trágico y bizarro, que es lo que eleva los ratings de los todavía vigentes reality shows. Estos se alimentan de lo anormal (brutal, conflictuado, extremo) de las almas reales que exponen, mientras que la esencia del show de Truman pasa por la normalidad –caricaturesca, pero normalidad al fin– que le fabrican al protagonista. ¿Serán los espectadores del futuro, prolongación de los de hoy, lisos y llanos imbéciles? El personaje de Natascha McElhone (la única que se escandaliza) no altera este panorama. Antes bien, es la heroína individual, esclarecida, que certifica la estolidez de todos los restantes.

Más allá de su extensión, la primera etapa del film alcanza singulares climas: mucho antes de conocer las claves de lo que acontece, el espectador es invitado a contemplar a Truman como si se tratase de un ciudadano corriente. Simultáneamente aflora una inquietante sensación de irrealidad, casi de magia. En parte gracias a los encuadres (muchos de los cuales, se sabrá después, corresponden a las cámaras de TV), en parte por los chivos publicitarios que se cuelan en el show, en parte por la escenografía excesivamente impecable, que es la de la falsificación.

No es dable develar la suerte que le espera a Truman Burbank, pero casi nadie sale airoso de The Truman Show. Si los que miran a Truman conforman una amarga galería de cómplices (el muestrario es consabido y bruto: el viejo que mira TV en la bañadera "representa" a todos los viejos, las camareras del bar a las chicas que trabajan, el par de ancianas a las solteronas, etc.), quienes trabajan en el show encarnan a una nutrida fuerza laboral... compactamente doblegada por la farsa.¿Será a causa del dinero que les pagan? ¿Será porque se tragaron el sapo de la obediencia debida? ¿Será por la reforma laboral... ? La película no se toma el trabajo de responderlo, y eso queda estratégicamente en la mente de los espectadores.

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No tengo mucho para agregar. Es un PELICULÓN, al que no le encuentro falencias, ni contras. Muestra el consumismo casi ignorante de las masas. La insensibilidad y el individualismo reinante en nuestra sociedad.
La última escena realmente es monumental: diálogo entre crador y creación.
Realmente, veanla.

lunes, 6 de julio de 2009

The Curious Case of Benjamin Button

Hoy es un día de películas. LLueve, hay niebla, hay gripe A, no falta nada. Seguramente una de las películas que más me apetecía ver este año era El curioso caso de Benjamin Button. Y cuando la ví, no me decepcionó. Es más, superó ampliamente mis espectativas.
El curioso caso de Benjamin Button es una película singular, no es la típica historia de amor, ni la típica película de efectos especiales, ni el típico film que retrata una época histórica, sin embargo tiene varios de éstos ingredientes, camuflados en una gran trama.



Todo comienza en Nueva Orleans, en el 2005. El huracán Katrina se acerca a las costas del estado de Luisiana. Una anciana yace en su lecho de muerte, junto a su nieta Caroline (Julia Ormond). Como último deseo, ésta le pide a su nieta que lea en voz alta, un cuaderno donde se narra una historia de un relojero (Elias Koteas) que construyó un reloj que funcionaba a la inversa de los demás, es decir, que contaba el tiempo hacia atrás, con el fin de que así, los muertos en la guerra (entre los que se encontraban su hijo) volviesen a casa.


Allí comienza la vida de Benjamin (Brad Pitt), un niño nacido en Nueva Orleans al final de la Primera Guerra Mundial y abandonado por su padre por ser diferente. Benjamin ha nacido completamente envejecido, con la anatomía de un hombre de 86 años. Una pareja a cargo de un hogar para ancianos lo descubre, lo adoptan, y allí es criado.



A medida que pasa el tiempo, nos damos cuenta de que está creciendo al revés, rejuveneciendo más y más con el paso de los años. El problema es que en el fondo es un niño atrapado en el cuerpo de un anciano y acaba por enamorarse de una niña, Daisy (Cate Blanchett). Tendrán que pasar muchos años para que Benjamin y Daisy se reencuentren en un punto intermedio de sus particulares procesos de crecimiento que posibilite su historia de amor.
La película sigue avanzando con las nuevas diferencias en el aspecto físico y mental de ambos personajes: el tiempo no perdona.



Esta película consigue casi lo imposible al caracterizar con absoluto acierto a sus protagonistas para que aparenten tener edades muy diferentes a lo largo de toda la película. Es notable el magnífico trabajo de maquillaje y por los efectos especiales. El film tiene además un innegable elemento de realismo mágico reforzado por una fotografía romántica y un guión que roza la ciencia ficción.


Pero no es solo una historia absolutamente irreal de una criatura que desafía las leyes del tiempo tal y como las conocemos. El film a su vez nos recuerda que el tiempo marca el ritmo acelerado de nuestras vidas un día tras otro y Fincher necesita algo más de dos horas y cuarenta minutos para contárnoslo. Y es que El curioso caso de Benjamin Button no es un film cualquiera.


Realmente recomiendo ésta peli. Tiene romance, pero no es romántica. Es surrealista, pero no es ciencia ficción. Tiene un poco de todo, y una historia muy atrapante. Los actores, impresionantes. Es un poco larga, pero muy llevadera, al menos para mí.
Espero que les guste.